lunes, 20 de octubre de 2014

Hominem-sedente (el invento contra el invento)

Ilustración por Bélix Ortíz

El hombre auto-concientizó.  Tuvo miedo. Se escondió. Cuando se cansó, creó la religión. Esta le removió su temor a la pérdida, le dio sentído de propósito, le devolvió la sociabilidad. 

Después descubrió que todo fue orquestrado por él mismo. Le comenzó a tener desprecio por que fue obra suya. Así que atacó su propia creación. Propuso 
que, "El Dios o los dioses", eran malos (arquetipos que mataban la nueva obra de sus manos), y todo esto lo juzgó con el principio de la justicia -que también inventó. 

En algún otro momento se sentó. Pensó, dijo: "libertad es otro de nuestros inventos". Dijo: "debemos ser como el viento" , asi que voló. Se movió hasta entender que la mente lo determina todo, que realmente somos lo que somos y que no hay mucho por reclamar. Aún así no quiso parar de buscar su dignidad, dignidad que no tenía sentido, por que es el producto de unos químicos que vienen del azar. 

Hoy se debate entre lo importante de sus derechos inalienables de libertinaje, algún primo de la libertad. Se pregunta como reconciliar el que lo que hacemos es inevitable, pero duele; que no me encanta, pero es la realidad. Quería vivir con una mejor calidad y sin culpabilidad, mientras se percataba que todo este sufrimiento es así y nada más. ¿A quién podría culpar de como sus genes operan? Lo que destruye y lo que construye es resultado de su ADN.

Continuó concluyendo que nadie es malo, nadie es bueno, que esos son conceptos inventados. También dijo que entonces habría que levantarse y recordarse sobre el abuso que tiene su raza contra si misma. Utilizó el viejo truco de lo bueno y lo malo -después de haberlo negado- pero le sirvió de premisa. Atacó su creación, atacó al dios que lo liberó, el que luego lo apresó. Lo hizo con el argumento inventado, con el cual será juzgado el invento contra el invento. 

Se sentó, pensó: "¿que es lo que hago?"  Aun está allí... sentado. 


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